Sant Joan es uno de los pueblos más coquetos de Ibiza. Su calle principal es atípica en la isla, ya que concentra un núcleo urbano antiguo, con casas encaladas pegadas unas a otras. Hay algunos bares y cafeterías, además de unos pocos comercios y bancos. Frente a la iglesia hallarán el Ayuntamiento, de dimensiones muy modestas.
No dejen de visitar el estanco de Can Vidal, el establecimiento con más solera del pueblo, que es a la vez papelería, y donde podrá encontrar casi cualquier cosa, incluidas las mejores hierbas ibicencas del pueblo. En las cercanías encontrarán también el Pou de Labritja, un manantial donde todos los años, el domingo anterior a Santa María (5 de agosto), se celebra un baile popular.
Estanco de Can Vidal, en Sant Joan de Labritja
Foto: Xescu Prats
La historia del pueblo va unida a la de un vecino de la localidad, Antoni Marí, conocido como Milà, que en el siglo XVIII era el hacendado con más tierras del entorno. Este hombre, consciente de la necesidad de aumentar la población en la zona, llegó a la conclusión de que la mejor manera de conseguir que los campesinos se trasladaran a su territorio era construir una capilla, y así lo hizo. En 1720 estaba terminada.
Unos años más tarde, el arzobispo de Tarragona proyectó una nueva iglesia en la zona, pero los vecinos se negaron a construirla en otro lugar distinto a donde se ubicaba la pequeña capilla de Milà. Aunque esta opción no era la que más agradaba a las autoridades eclesiásticas, el nuevo templo se erigió junto a la capilla antigua.
La iglesia de Sant Joan de Labritja fue terminada en 1770
Foto: Xescu Prats
Aunque hoy Sant Joan aparezca como un pueblo tranquilo y poco poblado, en el siglo XIX concentraba una gran cantidad de vecinos, dedicados a cultivar los campos del Pla de Labritja, hecho que lo convertía en una de las zonas de mayor densidad poblacional de la isla. Además, a diferencia del resto de Ibiza, no había sufrido en épocas anteriores el constante asedio de los corsarios berberiscos, debido a la abrupta costa norte, que dificultaba los desembarcos, y a la mala calidad de sus caminos.
Tras la Constitución de Cádiz de 1812, Sant Joan fue el único pueblo rural de Ibiza proclamado ayuntamiento por contar con más de 1.000 habitantes, tal y como establecía la carta magna. Pese a ello, siguió aislado durante décadas, hasta que en 1885 se construyó la carretera hacia la capital.
