La iglesia de Santo Domingo, actual parroquia de San Pedro Apóstol, fue construida en el siglo XVII. Se halla en Dalt Vila, adherida al convento de los dominicos, y es el segundo templo más grande de la isla, tras la Catedral.
Aunque en un principio los dominicos se asentaron en la parroquia de Jesús, al final se trasladaron a vivir dentro de la fortaleza, buscando mayor seguridad ante las esporádicas invasiones de piratas del norte de África. Tras la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, los religiosos fueron expropiados y el claustro anexo pasó a formar parte de la Casa Consistorial.
Destaca por los frescos de la nave principal, obra del pintor mallorquín Matas (1884), así como por la decoración de sus once capillas laterales, especialmente la del Santo Cristo del Cementerio, imagen venerada desde tiempos antiguos y a la que se adjudica la protección de la isla de contagios y epidemias. El retablo del altar mayor es barroco, tallado en Génova, lugar de procedencia de los arquitectos que diseñaron el templo. Está presidido por una talla de San Vicente Ferrer.