La iglesia de Santa Agnès de Corona fue erigida a finales del siglo XVIII para atender las necesidades espirituales de los vecinos del Pla de Corona, una de las zonas más aisladas de Ibiza. Pese a ello, se trataba de una comunidad bastante numerosa, debido a la fertilidad de la tierra del llano, que la hacía idónea para la agricultura. El templo encalado, de una sola nave y con seis capillas laterales, comenzó a construirse en 1785 y se remató en 1812, aunque desde muchos años antes ya se celebraban oficios religiosos.
Es un templo atípico por dos razones. En primer lugar, llama la atención por su escasa altura, única en la isla. Al parecer, la causa es que los vecinos de Corona entraron en competición con los de Sant Mateu, para ver quien acababa primero su iglesia. Ante las dificultades y la falta de medios, decidieron recortarla en altura para rematar antes el trabajo. El interior, lejos de resultar perjudicado, permite disfrutar con mayor cercanía de las bellas líneas de la nave.
Pero, además, el templo cuenta con dos entradas: la habitual orientada al sur, precedida de porche, y otra lateral. Esta segunda entrada se construyó tras un crimen ocurrido en 1870, en la entrada principal del templo. Muchos vecinos y familiares del fallecido se negaron a utilizar este acceso, por lo que se decidió tapiarlo y abrir una nuevo en la fachada de la plaza. El antiguo no volvió a utilizarse hasta 1965. Dentro podrán observar una talla de la Madre de Dios del Rosario que, al igual que el templo, data de 1812. Su autor es desconocido.