A veces, la fórmula idónea para encontrar pinceladas de la Ibiza más auténtica es coger el coche sin un rumbo y perderse por los caminos. Sólo así se descubren lugares como Cas Campaner, entre Sant Llorenç y Santa Eulària, un colmado modesto y rústico, con un bar pequeño, donde lo que más sorprende es la mezcla de gente que allí se congrega. Lo mismo aparecen hippies afincados en el interior de la isla desde hace décadas, que payeses, obreros, residentes extranjeros… En verano incluso aparece a menudo el trenecito turístico cargado de viajeros, que suele moverse por carreteras poco transitadas como ésta, para no entorpecer el tráfico.
Cas Campaner nació en 1972, de la mano de Vicent y María de Cas Campaner, junto a su propia casa. Hoy, sin embargo, atiendo a los clientes Carmen Colomar, su hija, que hace auténticas filigranas para ocuparse de sus hijos pequeños y de la ‘parroquia’ del bar. Por eso, no tiene un horario fijo y éste se va amoldando a las necesidades familiares, aunque sorprendentemente casi siempre está abierto. Sólo es posible por el carácter risueño de Carmen, que además es capaz de llevar al mismo tiempo el pequeño colmado de comestibles y productos artesanos (sandalias, cestas…) y la zona de bar, aunque ésta sólo abre en verano. La terraza, sin embargo, tiene gente todo el año a poco que luzca el sol. Allí, las mesas se distribuyen de una forma anárquica e informal, lo que contribuye a que los clientes se organicen por su cuenta y se sientan como en casa. El marido de Carmen colecciona matrículas de coches americanos, por eso los distintos espacios del local las exhiben por docenas.