Il Buco nació en Nueva York en 1994 y dispone de dos locales en el famoso barrio de Noho, en Manhattan. Este establecimiento, ubicado en el corazón de Santa Gertrudis, representa el desembarco de su gastronomía en Europa. El local, con un amplio interior para el invierno y una terraza de verano, junta tres conceptos en uno: focacceria romana, para picar en cualquier momento del día por un precio módico; ultramarinos de conservas, latas y otros productos ‘gourmet’ procedentes de Italia, España y Portugal -lo que en Italia se conoce como Alimentari-, y restaurante de cocina mediterránea, con una selección de platos frescos, intensos y saludables, cocinados con creatividad y un punto exótico que sorprende.
El local llama la atención por su decoración rústica, con coloridas mesas en la terraza y muebles decapados y antigüedades en el interior. Como epicentro, un antiguo mueble de correo toscano, donde se ofrecen los productos del ultramarinos. Esta atmósfera tan amigable es creación de sus propietarios, Donna Lennard y Alberto Avalle, y se inspira en la tienda original de antigüedades que ambos abrieron en Nueva York. Acabó congregando a su alrededor a una comunidad de artistas que celebraba comidas en la trastienda, provocando, casi sin querer, que el negocio derivara en local gastronómico. Hoy es uno de los más conocidos de Manhattan.
En Ibiza, la carta y los aderezos son similares a los locales neoyorquinos, aunque con un notable protagonismo de los productos frescos de la isla; especialmente las verduras y los pescados. El personal, que capitanea el neoyorquino Danny Rubin, es atento y amable. Un local sin pretensiones, que ofrece calidad y precios moderados, y que constituye una verdadera sorpresa.