A la Necrópolis de Puig des Molins se la considera la más importante del Mediterráneo occidental, tanto por su amplia tipología de sepulturas, como por su vasta extensión y estado de conservación. El estudio de sus hallazgos (miles de piezas) ha sido clave para interpretar la historia de Ibiza y es uno de los puntos más importantes de investigación de la cultura fenicio-púnica en todo el mundo.
La necrópolis, al igual que la ciudad, fue fundada en el siglo VII a. C. por los fenicios, que tenían la costumbre de sepultar a sus muertos a un enclave próximo a su aldea, aunque separado por un accidente geográfico. Así, mientras sobre el Puig de Vila se arremolinaba la urbe de los vivos, el Puig des Molins, a 500 metros y separado por una vaguada, albergaba la ciudad de los muertos. Desde entonces, la colina se convirtió en el cementerio de la villa durante toda la antigüedad. Su nombre, sin embargo, no guarda relación con los rituales funerarios del pasado ni con las más de 3.000 tumbas talladas en la roca, sino que se refiere a los molinos harineros que, desde el siglo XV, coronan la cima.
De todo el laberinto de sepulcros, sólo 340 son visibles desde el exterior, siendo la mayor parte de ellos de época púnica y excavados en la roca, por lo que reciben el nombre de hipogeos. Durante la Ibiza púnica (siglos VI a I a. C.) el cementerio vivió un crecimiento continuo gracias al desarrollo de la ciudad, llegando a ocupar una superficie de 5 hectáreas.
En tiempos romanos (siglos I a V d.C.) las tumbas no sólo ocupaban el Puig des Molins, sino que alcanzaban la Avinguda d’Espanya y la calle Aragón. Se estima que fue utilizada hasta el año 700 d. C. Con posterioridad, muchas de las fosas fueron rellenadas con tierra y utilizadas por los campesinos para plantar olivos. Algunos de estos árboles tienen alrededor de 400 años.
Al conjunto de tumbas excavadas que son accesibles para quienes visitan el recinto se le conoce como hipogeos de la mula. Fueron descubiertos de manera fortuita en 1946, después de que un animal de tiro se precipitara al interior de uno de los pozos tras un derrumbe. Dos años más tarde los hipogeos fueron acondicionados para ser visitados y se les dotó de iluminación y de una escalera de acceso. Con ellos nació uno de los espacios musealizados más emblemáticos de la ciudad.
Junto a la necrópolis se sitúa el Museo Arqueológico de Puig des Molins, extensión del de Dalt Vila, donde se conservan algunos de los más valiosos restos fenicios y púnicos y también el panteón de los dioses Tanit, Baal Hamon y Eshmum, ligados todos ellos al amor y la fertilidad. El busto de la diosa Tanit es el más importante y representativo: era la diosa madre cartaginesa a la que en la antigüedad se ofrecían sacrificios para sortear a las adversidades. Hoy continúa siendo un símbolo para artistas y numerosos creyentes en sus influjos positivos. Fue hallada en el transcurso de unas excavaciones realizadas en la propia necrópolis, en 1913, dirigidas por el arqueólogo Carles Roman.
Tras años de cierre, el edificio por fin reabrió sus puertas en diciembre de 2012. En su interior, además de los citados tesoros arqueológicos -los más importantes relacionados con los rituales funerarios que se practicaban en la isla desde los fenicios hasta el periodo bizantino-, hallarán material audiovisual, maquetas y otros elementos que ayudan a comprender la extraordinaria importancia de la Necrópolis de Eivissa.