En mitad de los andenes del puerto se alza el obelisco dedicado a los corsarios, obra del arquitecto catalán Augusto Font. Es el único homenaje público a los piratas que existe en el mundo, junto al monumento que los británicos construyeron en honor a Sir Francis Drake.
En el caso de Eivissa, la primera piedra del obelisco se puso en 1906, coincidiendo con el centenario de la captura del buque con bandera gibraltareña Felicity por parte de la goleta ibicenca San Antonio y Santa Isabel, comandada por Antoni Riquer. El apresamiento constituyó toda una hazaña, ya que los extranjeros, que navegaban con patente de corso británica, eran muy superiores en armas y hombres, y servían a las órdenes de un famoso pirata de la época: Miguel Novelli, alias El Papa.
El obelisco fue finalmente inaugurado en 1915 y rinde tributo a todos los marineros valientes que, a lo largo de los siglos, se jugaron la vida en las aguas del Mediterráneo para salvaguardar la isla. Estos corsarios ibicencos no tenían mala fama, sino que su leyenda crecía al amparo de la patente de corso que les concedía la Corona en sus arriesgadas misiones. Su gran invento fueron los frascos de fuego, vasijas que llenaban de pólvora y lanzaban a los buques enemigos, diezmando a sus tripulaciones. Se distinguían por su coraje, frente a buques mucho más grandes y con artillería de superior calibre.