Desde 1838, el Convento de los Dominicos es sede del Ayuntamiento de la ciudad. Ese mismo año fue trasladado desde el antiguo edificio de la Universitat, hoy Museo Arqueológico. Los dominicos llegaron a la isla en 1580, a petición de los jurados de la Universitat (el gobierno insular de la época) y se establecieron en la parroquia de Jesús, ya que el recinto amurallado aún estaba en construcción. Siete años más tarde, a consecuencia de los ataques de los corsarios berberiscos, se trasladaron a varias viviendas de Dalt Vila y, en 1592, comenzaron a construir el convento, bajo proyecto de maestros genoveses. Las obras se prolongaron hasta mediados del siglo XVII.
El convento contaba con múltiples celdas alrededor del claustro, así como en el ala que mira al mar. También poseía escuela de gramática, refectorio y otras dependencias. El edificio resultó muy dañado a causa de la explosión del polvorín del baluarte de Santa Llúcia, en 1730. El maestro de Denia Pere Ferro se encargó de su restauración. La desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, puso fin a dos siglos y medio de presencia insular de la Orden.
Además de sede municipal, en los siglos XIX y XX fue destinado a otros usos, como instituto o colegio de Segunda Enseñanza. Entre 1848 y 1984 parte del claustro se convirtió en cárcel. Los ciudadanos la llamaban “Hotel Naranjo” por el frutal que presidía el patio y por las “flexibles” condiciones de aislamiento de los presos.
En la entrada principal, a la derecha, se halla la antigua sala capitular de los monjes, que destaca por los frescos que decoran su bóveda. Tras servir de salón de plenos hoy alberga exposiciones temporales del Museo de Arte Contemporáneo. En el claustro se celebran conciertos de música y actividades culturales. En el interior del cenobio también se exhiben los retratos de los personajes ilustres de la ciudad.