El estanco de Sant Miquel es conocido en toda Ibiza porque se mantiene exactamente igual que hace 100 años. La barra, el suelo, las mesas, las sillas, los colgadores, la cubierta de madera… Todo se ha conservado sin modificar nada, así que entrar en él es como atravesar el túnel del tiempo. El estanco, asimismo, dispone de una pequeña terraza junto a la iglesia. Dispensa tabacos, refrescos y destilados; entre ellos, un excelente licor de hierbas casero que tiene gran éxito.
La historia del estanco de Can Xico de Sa Torre es muy antigua. Se remonta a 1905, cuando fue inaugurado como bar por el padrino del abuelo de Catalina Planells, la actual propietaria. Desde aquellos primeros tiempos, se convirtió en el centro de la vida social de Sant Miquel. Entonces servían vinos y licores en unas copas de media libra que se compartían entre varias personas.
Can Xico, asimismo, era la estafeta de Correos. Eran tiempos en los que numerosos ibicencos emigraban a Cuba y otros países latinoamericanos, dejando aquí a sus mujeres. Muchas de ellas no sabían leer ni escribir, así que el abuelo lo hacía por ellas, escuchándolas al dictado.
En los años sesenta y setenta, los hippies comenzaron a figurar entre la clientela. Buena parte eran norteamericanos, procedentes de familias adineradas, que huían de la guerra de Vietnam. Sus padres les enviaban dinero mediante giros postales, que llegaban a Can Xico en unas cantidades que asombraban a los lugareños.
Con el tiempo, el bar se hizo también estanco. El mérito de que se mantenga como antaño hay que atribuírselo al tío de Catalina por vía materna, Xico Tur, que se empeñó en conservarlo tal cual, en una época en que las tabernas se reformaban para introducir el novedoso mobiliario de plástico y las fulgurantes barras de acero inoxidable.
En la sala interior, Catalina ha creado un pequeño museo con instrumentos típicos -su padre fue un famoso bailarín de ball pagès– y fotografías antiguas.