Este pequeño hotel familiar, de habitaciones sencillas y precios económicos, conserva los mismos clientes desde hace décadas, a los que se van sumando otros que consiguen encontrar hueco. El establecimiento, construido con una arquitectura típicamente ibicenca, está orientado al atardecer. Desde la piscina y también desde algunas habitaciones, se disfruta una panorámica espectacular de la costa de poniente, con el islote de S’Espartar justo en frente. También representa un mirador privilegiado de la puesta de sol, durante los seis meses que permanece abierto. Está rodeado por un jardín de pinos, donde los clientes se tumban a leer sobre hamacas. Desde aquí parte un pequeño sendero que desemboca en un abrupto tramo de costa, donde bañarse en completa soledad.
Desde hace 20 años, dirigen el establecimiento Inés y Antonio, un matrimonio que trata a sus huéspedes como si fueran de la familia. Tienen servicio de restaurante, donde incluso preparan paellas y platos de pescado fresco por encargo, y el desayuno va incluido en el precio. Todas las habitaciones poseen terraza y algunas cuentan incluso con salón, por lo que es un establecimiento ideal para viajar en familia.