En las afueras de Sant Antoni, a 1,5 km. del centro, camino de Santa Agnès y junto al parking del restaurante Sa Capella, al pie de una colina, se halla la capilla subterránea de Santa Agnès, considerada por algunos historiadores como la iglesia más antigua de Ibiza.
Cuenta la tradición que una noche de tormenta del año 1300, víspera de la festividad de San Bartolomé (24 de agosto), los tripulantes de un barco prometieron que, si lograban salvar la vida, entregarían la imagen de Santa Inés que portaban a los habitantes del primer puerto que alcanzaran. Sant Antoni se convirtió en el anhelado santuario y la talla fue conservada en la Cueva Santa, así conocida ya en documentos del siglo XIV. Otro leyenda explica que el párroco incluso trató reiteradamente de llevarse la imagen a la iglesia de Sant Antoni, pero todas las noches desaparecía y regresaba a la cueva misteriosamente.
Al parecer, la gruta ha sido lugar de oración en diversas épocas. Algunos historiadores señalan que los primeros cristianos celebraban el culto en su interior ya en los siglos III y IV y que los árabes, con posterioridad, también la convirtieron en enclave de ceremonias religiosas. Hay quien también la considera una iglesia mozárabe, debido al arco toral que separa el presbiterio de la nave.
La gruta, ante los rumores de un inminente derrumbe, dejó de utilizarse a comienzos del siglo XIX y cayó en el olvido. Sin embargo, un siglo más tarde, en 1907, fue redescubierta por la Sociedad Arqueológica Ebusitana que halló una iglesia con un altar y bancos de obra encalados, tras una entrada derrumbada. En 1981 fue restaurada y se colocó una nueva imagen de Santa Agnés. En las fiestas de Sant Bartomeu suele celebrarse una misa en su interior.
A su lado se encuentra la ermita de Santa Agnès (restaurante Sa Capella), erigida a comienzos del siglo XVIII con el objetivo de poder acoger a todos los fieles que acudían a las festividades de la gruta. El templo, sin embargo, nunca fue concluido ni consagrado y, tras ser adquirido por un particular, se convirtió en una casa familiar, conocida como Can Basora.