Sant Josep es un pequeño y alegre pueblo de interior, situado al abrigo del monte más elevado del archipiélago pitiuso, Sa Talaia, con 475 metros de altura. Está constituido por un pequeño núcleo urbano, en cuyo centro se encuentra la robusta y encalada iglesia, una de las muestras más representativas de la arquitectura popular ibicenca. Pese a ser capital del municipio más extenso y turístico de la isla, es un lugar muy tranquilo, con algunos bares típicos, que mantienen el mismo aspecto de hace 50 años, así como varios restaurantes, agradables terrazas y algunos comercios.
La plaza de la iglesia es el corazón del pueblo. Aquí tienen lugar la mayor parte de fiestas, conciertos y celebraciones populares. El día de las fiestas patronales de Sant Josep, el 19 de marzo, el templo brilla como nunca cuando los fuegos artificiales lo cubren con un manto de luz y color. La plaza es también el patio de juegos de los niños, cuando, por las tardes, termina el colegio.
A corta distancia, también en la calle principal, la Avinguda de Pere Escanellas, se sitúa el Ayuntamiento de la localidad y algunos edificios modernos, que albergan sucursales bancarias y una pequeña zona de comercios. Cuando esté en Sant Josep, no deje de visitar un bar que se conserva como hace un siglo. Can Bernat Vinya, frente a la iglesia, suele estar lleno por las noches, ya que los hombres del pueblo practican por parejas un juego de cartas llamado sa manilla. Cuenta con una agradable terraza ajardinada, situada de cara a la iglesia. Otros bares históricos, como Can Llorenç o Can Jeroni (hoy el restaurante Destino) conservan elementos antiguos, aunque han sufrido recientemente reformas.