El Pla de Corona es una extensa llanura, de 3 kilómetros cuadros y forma circular, situada al noroeste de Ibiza, a 180 metros sobre el nivel del mar. Su fértil tierra roja, muy valorada por los agricultores, se divide en pequeñas parcelas de cultivo donde sobre todo abundan los almendros. A final de enero y durante el mes de febrero, estos árboles florecen, creando un paisaje único muy frecuentado por los ibicencos y viajeros que en ese momento visitan la isla. Numerosos artistas han convertido en una tradición desplazarse hasta allí para inmortalizar en sus lienzos la magia del manto blanco, que brilla como la nieve especialmente durante las noches de luna llena.
La planicie se encuentra prácticamente libre de casas, gracias a la elevada fertilidad del campo. Esta circunstancia hacía que los agricultores aprovecharan cada palmo para sus cultivos, erigiendo sus casas en los márgenes pedregosos. Además de almendros, hallarán cultivos de cereal, vides, olivos, algarrobos e higueras, así como algún rebaño de ovejas. Representa, sin duda, el paisaje rural más típico de la isla.
El pueblo de Santa Agnés de Corona se sitúa en el extremo noreste del llano. Desde él, a la izquierda del bar Can Cosmi, parte un camino que bordea el llano. A mitad de recorrido verán una zona de bosque a la derecha, con un pequeño restaurante: Las puertas del cielo. El enclave representa un excepcional mirador de los islotes de Ses Margalides y los acantilados de Es Amunts. Merece la pena detener el coche y asomarse al acantilado. El camino desemboca finalmente en la carretera de Sant Antoni.
Si se dispone de tiempo, sobre todo durante la floración de los almendros, merece la pena estacionar en el pueblo y bordear el llano a pie. Hay algunos caminos de tierra que permiten atravesarlo por el centro, junto a los cultivos y a una de las pocas casas tradicionales situadas en mitad del llano.