De los cinco municipios que posee la isla, Eivissa es el más pequeño y abarca la capital y su entorno industrial. La ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1999, es una urbe abierta al mar, alegre y cosmopolita, donde la huella de un pasado rico en civilizaciones convive con un ambiente multicultural y vanguardista. También es un entorno a la medida del caminante, ya que puede recorrerse a pie en poco tiempo. Hay que perderse por los barrios históricos de la Marina, Sa Penya y Dalt Vila, dejarse seducir por las imponentes murallas, descubrir los tesoros que albergan sus museos (Arqueológico, Arte Contemporáneo, Puig des Molins, Puget, Diocesano y Casa Broner, entre otros) y vivir el ambiente nocturno, tan variopinto que difícilmente puede encontrarse en otro lugar del mundo.
En invierno, Eivissa es una ciudad tranquila, donde residen 50.000 personas que otorgan a la paz un valor esencial en sus vidas. En verano, Vila es una burbuja en permanente ebullición donde se dan cita aventureros, artistas, familias y toda clase de gentes que buscan unas veces descanso, otras diversión y siempre belleza. Eivissa es ése cóctel perfecto donde cada uno encuentra lo que desea.
Desde un punto de vista práctico, Eivissa ciudad concentra la mayor parte de los servicios e instituciones de la isla. Es la sede del gobierno insular (el Consell) y el centro de la actividad cultural, ya que en él se ubica la extensión de la Universitat de les Illes Balears, así como la mayor parte de los museos y espacios culturales. También alberga los hospitales de Can Misses (público) y Nuestra Señora del Rosario (privado), las centrales de múltiples entidades bancarias, el mayor puerto de la isla y varios puertos deportivos.
Un consejo si conduce: respete las zonas azules en los estacionamientos y, ante cualquier duda, pregunte. La amabilidad de los ibicencos es otra de las características de la isla.