Durante décadas, la familia de María Cardona, la propietaria del Bar San Francisco, regentó el bar de los salineros, frente a la iglesia de Sant Francesc. Allí, donde hoy se ubica el restaurante La Sal, los jornaleros acudían a disfrutar de un menú económico, tras la faena o al finalizar los oficios religiosos del domingo. También adquirían el pan que se horneaba o recogían a los niños del colegio, ya que el establecimiento también servía de aula escolar. Al lado del bar, separado por un canal de las salinas, se ubicaba la casa familiar, Can Masauet.
Cuando las salinas se mecanizaron, los clientes fueron marchándose y la tasca acabó cerrando. Sin embargo, en 1997, la familia decidió volver a sus orígenes y reconvertir su propia casa en un nuevo establecimiento, con un pequeño jardín exuberante y caótico, desde el que se contempla la puesta de sol sobre los estanques. A finales de 2013, María decidió descansar y alquilar el local a Cecilia y Martín, una pareja argentina, que ha trabajado en algunos de los más importantes restaurantes de la isla. Juntos, mantienen el espíritu sencillo y amable del San Francisco, así como muchos de sus platos. Les ayudan Carlota, la hija de la pareja, y su compañero José.