Todos los sábados por la mañana se celebra un rastrillo en el hipódromo de Sant Jordi, con antigüedades, objetos de segunda mano y otros artículos. Lo más curioso de este mercadillo es que cualquier persona puede convertirse en vendedor por un día, a cambio de unos pocos euros, en función del espacio que ocupe. Las zonas se reparten los viernes en el mismo hipódromo, a partir de las 16 horas.
Aunque está abierto todo el año, el mercadillo se hace más popular sobre todo en los días soleados del invierno, cuando llega a concentrar más de 400 puestos. Pueden encontrar de todo; desde libros a muebles, pasando por discos, ropa, herramientas, bisutería, complementos, baúles y un largo etcétera.